martes, 13 de julio de 2010

La Abogada, escritora y columnista...y la Panda de catetos

-Foto: Ana Isabel Espinosa (Abogada, escritora y columnista)-

Panda de catetos.

No recuerdo bien, cuando vi mi primer desnudo, pero sí recuerdo el que más me impactó, porque fue el de una familia entera, desde los bebés hasta la abuela, pasando por padres, tíos y primos, todos en pelotillas picadas, unos de pie, otros tumbados y otros bronceándose, en la misma arena de la playa…
No fue en Cádiz, claro, perdón Cai, pa entendernos, porque la cuna de la libertad no quiere que péndulos agusanados vicien la visión de las populares familias que visitan la Caleta, la Victoria y Santa María del Mar, feudos inagotables de virtud, con familias enteras que cuidan las costas, veneran la playa y no incumplen, ni dentro, ni fuera de ella, ninguna norma, no ya local, sino del mundo mundial.
Está bien eso de que se regule quién entra y quién no a una playa y que se acuse veladamente de “raritos” a quienes practican unas costumbres distintas a las de los demás, porque denota un gran carácter universalista y contemporáneo, una visión amplia de la sociedad y nueva, renovada, de “amor y paz hermanos y vámonos todos juntos a mejorar el mundo”… en fin, más vale que deje de decir pamplinas y me centre en el tema… Como les decía, a mi me impactó ver a una familia entera desnuda y cuando se lo comenté a mi padre no hizo ningún aspaviento, ni me contó nada extraño, para manipular mi mente infantil, ni me habló de pecado, ni de pecadores, sólo me dijo… ellos se han venido aquí por respeto a los demás y los demás tenemos que tenerles respeto a ellos … y entonces vi que estaban un poco alejados de la orilla y también que estaban distantes del resto de las personas, que estábamos con bañador.
De aquello que les cuento han sucedido décadas, crecí, formé una familia e intento educar a mis hijos en que el mundo será mejor, si los tiene a ellos, pero miren por dónde el otro día, me cruzo en una playa, con un señor, con sus cosas feas al aire, como dicen algunos, para referirse a que estaba haciendo uso de su derecho al nudismo y una pareja de cincuentones, ellas con senos flácidos, como dos flanes expuestos al sol y él con un mini tanga que dejaba al aire una prominente barriga y dos semicachas arrugadas, se pudieron a insultar al pobre hombre, eso sí , veladamente, andando y cotorreando a su lado, pero sin mirarle, con los mismos argumentos que los catetos de espíritu, vocalizan, en cuanto una norma social escapa a su alcance.

Y yo me quedé alucinada por tanta hipocresía, de esta pareja de botarates, asustados de todo, paseando por una playa, llamémosla con orgullo libre, o sea, donde cualquiera con las creencias que sea, la pareja que quiera y el poder de vestirse o desnudar el alma a lo que le dé la gana, con “la mullalla”, que es como una amiga mía llama a las que se creen señoronas, sin llegar nunca a serlo, con las ubres pendulonas paseándose de costado a costado, se permite la osadía de ir criticando al que enseña los perjumenes inferiores.
Lo que me lleva a un enigma… ¿sería por envidia de no poder ella enseñar su mato groso, por ser éste ya horriblemente feo o es que sólo pueden las mujeres y fuera de su santa localidad y como dice mi peluquera, donde no las conozca nadie, enseñar las vergüenzas, pero nunca al lado de quien nos conoce de toda la vida , nos ve comprar el pan por la mañana, ya arreglados, y sabe que nuestra vida es tan patética, hipócrita y miserable como la suya?... bueno ustedes me dirán que son sabedores de casi todo, lo que sí les digo es que a mí lo que de verdad me jode el alma, es ver a la gente usar el mar de vertedero, llevarse la sandia, remojarla en la orilla y dejar la concha pudriéndose al sol en la playa, ver a las marujis mu finas y sus niñitos expoliar las rocas y cazando, ellos dicen mariscando, yo esquilmando y extinguiendo, lo poquillo que queda de bueno en nuestra bahía, armados con un cubo y una pala y mucha ignorancia.

Ya ven si seré cateta, que a mi es eso lo que me pierde la paciencia y me joroba en extremo y no una pixa o un totete campando a su aire y saliendo a ver el sol y menos unas tetas, que, como tengo dos y me las veo a todas horas, les he perdió ya el miedo.
Y es que va a ser verdad lo que dijo mi padre y todo es cuestión de respeto y sobre todo de mucha educación, que estamos lidiando con una tanda de catetos, que se cree que debe taparnos los ojos como hacían los de la censura en tiempos de Franco a todo lo que según su concepción, no sea de su advocación.
Fuente del Texto y de la Foto : DIARIO Bahía de Cádiz ,Ana Isabel Espinosa (Abogada, escritora y columnista) ,en " Panda de catetos " (Enlace a la noticia original: )