Hoy casi todo es política. Hay pocas cosas que no se emborronen de ideología. Los diarios que leemos, la ropa que vestimos, la playa donde hemos pasado el verano. Casi todo se quiere vestir de alguna ideología y ahora le toca a lo desnudos.
Creo que casi todos hemos estado alguna vez desnudos en alguna playa, cuando éramos pequeños y nuestros genitales no eran motivo de vergüenza ni de nada. El desnudo no era cosa política ni se hacía en grupo. No quedábamos para ir a la playa con otros niños y niñas que fueran desnudos. A esa edad no importaba qué bañador vestíamos, qué cosas leíamos, ni en qué playa veraneábamos. Éramos así. No recuerdo por qué ni cuándo dejé de estar desnudo en la playa, pero estoy seguro que este cambio no resultó ser ningún trauma. Tampoco echo de menos ir desnudo a la playa y el bañador no me incomoda lo más mínimo.
Las playas nudistas existían, pero estaban apartadas. En Motril (Granada), que es mi patria de nacimiento porque la patria de una persona es su infancia, la playa nudista era La Joya. Una playa de difícil acceso en el cabo Sacratif. A nadie se le pasaba por la cabeza que hubiera gente desnuda en otro lugar. Hoy la cosa ha cambiado, y no pasa nada. Reconozco que me resulta incómodo estar en la playa y que por paisaje tenga un campo de cuerpos desnudos. No me parece mal que la gente esté desnuda, pero a mí no me gusta en pandilla aunque no me provoque ningún problema. Ni antes iba a La Joya por motivos de armonía ni ahora me gusta ir a playas nudistas con mi mujer y mis hijos, aunque reconozco que me quedé en bolas después de hacer la mili y en aquel baño en La Joya quedó gorro de bonito, cordones y pantalones de las milicias. Pero ya digo, que la gente se tueste al sol como quiera, sin que esto signifique nada.
Fuente : Publicado por Eugenio S. Palomares en El Pais (edición del 2 de Febrero 2009 )
Aconsejable la lectura de Teofila y los nudistas