Fuente: La Voz Digital.
16.12.2009 -
JUAN JOSÉ TÉLLEZ
Quien la haga, que la pague. Ese es el espíritu que alienta la redacción de una Ordenanza Cívica que el Ayuntamiento de la capital gaditana prepara en la actualidad y cuyo borrador inicial goza de cierto consenso, lo que no deja de ser noticia en dicho consistorio. Habrá que ver, eso sí, si dicha iniciativa tendrá efectos retroactivos, al objeto de penalizar los actos vandálicos verbales de aquellos ediles que se pasen de la raya.
No sería ninguna broma que en lugar de sancionar las conductas incorrectas los munícipes intentaran evitarlas mediante eso que antiguamente se llamaba Instrucción Pública y que debió pasar a mejor vida cuando se abolió mediante el procedimiento administrativo del tiro en la nuca a la Institución Libre de Enseñanza.
Por lo que se sabe hasta la fecha, la Ordenanza regulará el uso de las zonas verdes, playas y espacios públicos. La afición nudista espera que después de las restricciones de la alcaldía para las prácticas del nudismo en el non plus ultra de Cortadura, se regule ahora el uso de los bañadores en el resto de la playa gaditana. En la época de austeridad que nos caracteriza y al calor de los actos del Bicentenario, bueno sería rescatar del baúl de los recuerdos aquellos pololos y enaguas de cuello vuelto que escandalizaban a las familias de orden como una prueba manifiesta de la decadencia del imperio español a finales del siglo XIX. Por aquel entonces, como seguramente podamos volver a ver en nuestras playas a raíz de esta normativa, Francia inventó el primer traje de baño, consistente en una camisa de manga larga y un pantalón con sus medias correspondientes. O qué decir de aquellos modelos antediluvianos de la casa Jansen o de la casa Marsol: ¡que tiemblen los tangas y los bikinis! Ya veo a nuestros concejales imponiendo el uso de aquellos trajes de lanas con que se bañaban las francesas de los años 30, que sólo dejaban al descubierto ciertas partes del cuello y de los brazos.
¿Regulará esta Ordenanzas las polémicas barbacoas del Carranza? En virtud del protocolo de Kyoto, quizá impongan el racionamiento a una litrona por participante en esta popular manifestación ciudadana. Lo más probable, en cualquier caso, es que este municipio siga avanzando en su sonada política de confundir la música con el ruido: a poco que se lo proponga, Cádiz puede lograr que la UNESCO la declare como la Capital Mundial del Silencio.